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Villa Crespo: convierten un convento en un hotel boutique

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La ex Casa San José, que queda en Gurruchaga 1040, en el barrio de Villa Crespo, se transformará en un hotel boutique que abrirá en julio de este año. El lugar, que fue un convento de monjas, ya cuenta con locales comerciales y oficinas. Hace siete años dejó de funcionar, al lado está la iglesia de San José, a la vuelta del colegio San José de la Palabra de Dios.

El edificio fue construido en 1945 y es de estilo neoclásico. La cantidad de monjas (en algún momento llegaron a ser más de 100) fue disminuyendo de a poco y la congregación estaba buscando cómo poder sostener el edificio cuando les llegó la oferta de la empresa desarrolladora, que alquiló el ex convento por diez años, con la posibilidad de renovar por diez años más.

«Nosotros conocimos el edificio circunstancialmente. Estaba vacío, a veces lo intrusaban, entonces les hicimos una propuesta para transformarlo, porque el edificio es divino», cuenta Marina Mercer, la arquitecta que tiene a su cargo las modificaciones.

«El edificio no estaba en tan malas condiciones, pero sí abandonado. Y para ellas tenía un costo mantener un edificio vacío», relata Mercer. En la planta baja habrá locales, principalmente de gastronomía, aunque los únicos dos que ya están ocupados son de indumentaria y no dan a la calle, sino al patio interno.

El hotel, que se llamará Casa San José y abrirá en julio, contará con 22 departamentos, destinados principalmente a turistas extranjeros y del interior. Los departamentos estarán equipados y podrán unirse en el caso de que sean alquilados por familias o grupos de amigos. «Tiene la ventaja de un hotel, con la recepción y la seguridad, pero con la libertad de poder preparar comida», afirma la arquitecta. Las habitaciones están construidas donde eran las habitaciones de las monjas. Además del hotel y los locales comerciales, el emprendimiento contará con estudios profesionales.

Las fachadas del ex convento no fueron modificadas, ya que se trata de un edificio protegido. Sí se realizaron modificaciones interiores y un recambio de instalaciones para comfort y seguridad. «Tratamos de rescatar todo lo posible. Las habitaciones estaban divididas en celdas y el techo estaba bajo. Las aberturas de madera son originales, de madera. Rescatamos el techo de bovedilla de ladrillo con vigas de pinotea, que estaba tapado por un cielorraso bajito», comenta la arquitecta, que cree que el emprendimiento tendrá «un impacto muy positivo para el barrio».

Juan Ignacio Mel, de Mel propiedades, la inmobiliaria que comercializa el emprendimiento opina que «El barrio estaba creciendo mucho, pero hay mucha gente que viene a comprar y se va. La oferta gastronómica está del otro lado de Córdoba. Esto va a hacer que la gente se quede a pasear acá y eso va a ser positivo para todos, las propiedades se van a valorizar. Esto va a levantar la manzana y la zona».

La idea es que el patio del ex convento sea un espacio común tranquilo, con árboles, plantas y un estanque, donde se pueda comer o tomar algo lejos del ruido de la calle y pueda ser disfrutado tanto por clientes de los locales gastronómicos como por las personas que deseen entrar, sin necesidad de comprar.