La convivencia entre vendedores legales, sin habilitación y vecinos de San Telmo está en su límite. Desde hace rato cualquier movimiento, de una u otra parte, pronostica un conflicto. Por estos días un proyecto de ley para regularizar a los puesteros ilegales que están sobre Defensa, entre Independencia y Humberto Primo, es la vía que hace estallar la tensión acumulada e ilumina un problema que tiene una década y ninguna solución.
La legisladora del bloque peronista María Rosa Muiños presentó una iniciativa para legalizar la instalación de la Cooperativa “El Adoquín” sobre Defensa desde el 800 al 1000. El proyecto está en discusión y aún no se firmó su despacho para ser tratado en la Legislatura, pero ya provocó reacciones opuestas. Por un lado, generó rechazo entre vecinos y comerciantes que piden el traslado de los vendedores ilegales y ven en la regulación la frustración de sus demandas. Por otro, la adhesión de los cooperativas que argumentan la necesidad de trabajar.
Los domingos sobre Defensa funcionan siete ferias en simultáneo. Se estima que incluyen a alrededor de 2.000 vendedores. Las realidades son distintas según el tramo en el que alguien se pare a mirar o comprar. La feria tradicional de San Telmo es una, aquella que nació en 1970 como un espacio de venta de antigüedades y que hasta fines de agosto se hacía todos los domingos en la Plaza Dorrego, que hoy está en obra. Los vendedores dependen del Museo de la Ciudad, tienen inspecciones periódicas y no pueden comercializar objetos de menos de 30 años. “Acá vendemos un fonógrafo que está entre los cinco y seis mil pesos. Al lado ofrecen cinturones o muñecos que salen 20 pesos y vienen de China. Al mezclarse todo, se pierde prestigio. Antes éramos una feria modelo, ahora una más”, se queja Lorenzo Paoletti y busca en su billetera el carnet que lo identifica como puestero desde 1972.
Facebook
Twitter
RSS