
El Gobierno porteño tiene que restaurar más de 14 estatuas por los daños del vandalismo. Así, se gastan $ 350.000 en materiales, más los sueldos de los artesanos.
Esa cifra corresponde solamente a la restauración de estatuas. Si se suman la limpieza de grafitis y pegatinas, reposición de placas de metal, arreglo de fuentes de agua y otros gastos, los ataques en la Ciudad cuestan $ 14.700.000 mensuales.
En algunos casos, el vandalismo en realidad es robo. Los atacantes buscan llevarse piezas de bronce u otros metales para vender como chatarra, o cables y otros elementos eléctricos, por ejemplo de las bombas de agua de las fuentes. Pero en otras ocasiones se trata de un daño inexplicable, por ejemplo contra las esculturas de personajes famosos (la de Olmedo y Portales es el ejemplo clásico) que están hechas con resina epoxi y otros materiales sin valor de reventa pero que sufren constantes agresiones.
El Código de Contravenciones de la Ciudad establece en su artículo N° 80 una sanción de $ 200 a $ 3.000 de multa y 15 días de trabajos comunitarios a quien dañe una propiedad pública o privada, y eleva al doble los castigos si se trata de monumentos o escuelas. Pero es muy difícil detectar a los vándalos. En el subte, donde es más fácil el control con policías y cámaras de seguridad, lograron limpiar de grafitis al total de la flota (invirtieron más de $ 10 millones) y también atrapar a varios atacantes. En muchos casos se los obligó a reparar los daños a los coches.
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