A escasos cien metros de uno de los puntos más comerciales de la Ciudad, la esquina de Cabildo y Juramento, el ritmo del consumo se mueve a otro compás. Allí, la Feria Modelo de Belgrano, conocida como el Mercado de Juramento (entre Ciudad de la Paz y Amenábar), le hace frente a las cadenas de verdulerías, dietéticas, carnicerías y supermercados instalados a su alrededor, con una fórmula que se mantiene intacta en el tiempo: la tradición, el trato diferenciado y la calidad de lo que se vende.
Desde ayer, puesta en valor de por medio, el espacio que abrió sus puertas en 1956 también puede ofrecerles a sus clientes, y a los propios comerciantes, mejores condiciones edilicias. La obra, encarada por el programa BA Capital Gastronómica del Gobierno porteño, incluyó tanto arreglos estructurales como de la fachada. Involucró el arreglo de los techos para evitar goteras, la instalación de baños para mujeres, hombres y discapacitados, la remodelación del patio de comidas, el cambio del cableado y nuevas luminarias. También acondicionaron las baldosas y marquesinas de los locales y restauraron el mural de la calle Juramento.
«El Mercado Belgrano es uno de los más tradicionales de la Ciudad, con sus 32 puestos donde trabajan más de 120 personas. Consensuamos las obras con los comerciantes priorizando sus necesidades, desde la renovación de su patio de comidas hasta lo que tiene que ver con el asesoramiento nutricional», adelantó el Vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli.
Se refiere al servicio de Nutrición al Paso, que funcionará de martes a viernes de 9 a 13 y de 17 a 20, y los sábados de 9 a 13. Este espacio ofrecerá una guía para la selección de alimentos, recetas, clases de cocina y nuevas formas de preparación de comidas orientadas a disminuir el desperdicio de alimentos, entre otros tips.
Construido sobre unos terrenos cedidos por el autor del Martín Fierro y director del periódico El Progreso de Belgrano, José Hernández, el Mercado funcionaba originalmente a cielo abierto sobre lo que hoy es la plaza Noruega, detrás de la actual feria.
«Yo soy tercera generación y de los 45 años que tengo, 40 los pasé acá. Aprendí de mi abuelo y de mi padre y ahora a mí me ayudan mis hijos. Y mi mujer se encarga de cocinar los platos que vendemos hechos», cuenta Basilio Pereyra, dueño de una pescadería que lleva su nombre. Y reconoce que las recomendaciones valen más que cualquier otra publicidad
Facebook
Twitter
RSS