Los números son más que claros: en 2013, el Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires recibió 3191 denuncias sobre personas que exigían una retribución por cuidar y permitir estacionar un vehículo en la vía pública. Sin embargo, apenas una tuvo el requerimiento de elevación a juicio.
En tanto, las quejas de los vecinos van en aumento, así como también lo hacen las tarifas de los «trapitos», o denominados cuidacoches. Según denuncian los porteños –y se constata en el Informe Cuidacoches: Artículo 79 del Código Contravencional realizado por la Fiscalía General de la Ciudad– esta actividad ya no sólo se limita a las inmediaciones de los estadios de fútbol –donde han llegado a pedir sumas de hasta 200 pesos para permitir el estacionamiento del automóvil– sino que se expande por todos los barrios de la Ciudad y ya afecta a quienes van a buscar a sus chicos al colegio o quieren estacionar frente a sus casas.
«Hoy en día la actividad ha proliferado y se ha extendido a casi todo el ámbito de la Ciudad, desarrollándose de manera continuada todos los días de la semana. Por otro lado, la proliferación trajo aparejado un cambio en la modalidad. En efecto, en un principio el uso habitual era la propina, a discreción del automovilista. Con posterioridad, fue generalizándose la exigencia de un pago», alerta en ese sentido el informe.
“Es una extorsión, una situación que merece un freno urgente”, resume Cristian Ritondo, vicepresidente 1° de la Legislatura Porteña e impulsor desde hace cuatro años de un proyecto que busca prohibir la actividad de los cuidacoches.
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