Desde hace más de tres años, los frentes de estas casas de Palermo parecen ser una hoja en blanco para estos personajes, que lejos de conformarse con ellas, también pintan negocios y hasta murales hechos por artistas profesionales. Los vecinos ya no saben qué hacer: piden insistentemente un policía en la cuadra pero en la comisaría dicen que “no pueden hacer nada”.
El problema ya llegó a la Comuna 14, que realizó la denuncia en la Fiscalía Este y envía cada tanto escuadrones a tapar las pintadas, pero –cuenta la gente del lugar– no alcanza porque al poco tiempo vuelven a aparecer.
Ante este problema, varios de los vecinos ponen dinero de sus bolsillos para pintar los frentes de sus propiedades. A veces, lo hacen con lijas y detergente y otras con pintura anti aerosol. Aunque esto último no siempre funciona: los “atacantes” ya se dieron cuenta y usan aerosoles especiales que traspasan esa pintura.
Los vecinos también afirman que se trepan a las rejas, orinan en las puertas y manchan vidrios, que no siempre se pueden limpiar.
“Acá enfrente hay un mural de Milo Lockett que tendrá como mucho dos años y ya está todo tapado por las pintadas. Hace unos tres años que sucede este fenómeno. La Comuna manda a pintar cada tanto, pero a los pocos días ya lo arruinan de nuevo”, cuenta Alberto Luna, quien trabaja en una ferretería en la esquina.
Aunque esas fuentes admiten que los escuadrones que envían a arreglar las paredes no solucionan nada, porque se trata de un paliativo.
Por eso, hicieron la denuncia en la Fiscalía Este: en este organismo informaron a este diario que ya la recibieron y que están iniciando la investigación.
Además, la Comuna tendrá en los próximos días una reunión con la Secretaría de Descentralización, que coordina el trabajo de las comunas de la Ciudad, para analizar el problema.
Los arreglos de los frentes de las propiedades son responsabilidad de sus dueños, pero en este caso los ataques de vandalismo son tan frecuentes que el Estado tuvo que salir a pintar algunas paredes.
“Fuimos a la Comisaría y nos dijeron que no se podía hacer nada con este tema. Acá, en mi casa, tengo una pintada nueva todos los meses”, se lamenta Graciela, una vecina que prefirió no dar su apellido y pidió que no se publicara su dirección exacta.
María del Carmen tomó otras cartas en el asunto de forma directa, sin mucho éxito: “Puse pintura anti graffitis, pero aún así logran pintar las paredes. Y como si fuera poco, se me trepan a las rejas”.
La vecina también admite que tiene “miedo” porque “el problema es que si uno les dice algo después, te toman como blanco”.
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