En Recoleta, sobre la mansión de los Aberg Cobo, se construye una torre de 37 metros de altura con dos subsuelos para cocheras. A su vez, los amplios salones franceses de la residencia, testigos de glamorosos cócteles y desfiles de moda, serán divididos para venderse como departamentos. La casona es considerada uno de los pocos hotel particuliers que sobreviven en la ciudad de Buenos Aires. El edificio está protegido y catalogado como «singular» pero, el gobierno porteño autorizó la demolición de una de sus partes. Los vecinos y las ONG cuestionan la obra y temen perder el aire y la luz que brinda su pulmón de manzana.
Según fuentes del mercado inmobiliario, la venta de la mansión de la avenida Las Heras 1722 se habría realizado por unos cinco millones de dólares, mientras que la inversión total de los desarrolladores sería de 12 millones de dólares. Los departamentos, listos para ser habitados en dos años, costarán entre 300.000 dólares y 2 millones de dólares para uno de los pisos completos de la residencia con una superficie 400 metros cubiertos.
La mansión tiene protección estructural grado 3 por la llamada ley Anchorena. De acuerdo con lo estipulado por la Dirección General de Interpretación Urbanística porteña, el edificio está rodeado por otros tres «consolidados», es decir que al entorno no le afectaría una torre más. A un costado hay un edificio de 100 metros de altura y, del otro, uno de 9 pisos. Atrás se alza un departamento de 8 plantas, es decir 37 metros de altura, la misma que tendrá la flamante obra.
Sin embargo, para Carlos Blanco de Basta de Demoler, ONG defensora del patrimonio urbano, «los hotel particuliers deben estar protegidos por ley. Las interpretaciones urbanísticas de los organismos del gobierno no son legales ya que, mediante una norma administrativa de menor rango modifican una ley». Para el especialista, cuando se cataloga un edificio, también se cataloga su parcela de tierra, o sea los jardines exteriores y patios, espacios que también merecen ser preservados.
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