El Tranvía del Este fue un verdadero tren fantasma, casi una crónica de la Argentina improvisada. Corrían formaciones de 32,52 metros, con 48 asientos fijos y 16 plegables, y una capacidad para 350 pasajeros y podrían alcanzar una velocidad de 80 kilómetros. Era un día festivo aquel para los mandamás del transporte de la Argentina. Pero todo terminó en un rotundo fracaso.
En septiembre de 2012 dejó de correr para siempre. Una formación, que había sido prestada por la Comunidad de Madrid volvió a España. La otra quedó arrumbada, tapada por la lona, algo así como un monumento a la desidia ferroviaria.
El tren debía correr entre las 8 y las 23, y los domingos y feriados, desde 9 hasta las 22. El recorrido duraba 10 minutos y debía tener una frecuencia de 15 minutos. El costo del pasaje en aquel 2007 era de 70 centavos. Un año después, en junio de 2008, el tren funcionaba a pleno.
Lo cierto es que está vez si es el final, ya empezó la demolición para darle paso a la obra del Paseo del Bajo.
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