Un taxista que manejaba alcoholizado chocó esta madrugada contra un motociclista en el barrio porteño de Boedo, luego de escapar de otro siniestro vial que había protagonizado a diez cuadras de distancia.
«Tomé un poco de más por el Día del padre«, dijo a la Policía en la esquina de Garay y Boedo, donde detuvo su marcha tras embestir al motociclista.
Según informaron fuentes policiales, el taxista venía a toda velocidad cuando perdió el control e impactó contra la moto. Testigos agregaron a la prensa que había pasado varios semáforos en rojo. Los investigadores creen que la velocidad alta se debía a sus intenciones de escapar del primer choque.
El test de alcoholemia confirmó que estaba borracho. Si bien los efectivos no confirmaron el valor, los testigos dijeron que tenía 2,1 de alcohol en sangre.
El caso del conductor no sería una excepción, sino una tendencia que muestran las estadísticas: en la Ciudad, cada dos horas un conductor de autos da positivo a un control de alcoholemia.
El dato surge de la cantidad de causas atendidas entre enero y mayo por la Fiscalía General de la Ciudad. En los primeros cinco meses recibieron 1.615 casos de conductores con más de 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre, la medida máxima tolerada por la ley. Para los motociclistas el límite es 0,2, mientras que para los conductores profesionales es cero.
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