A menos de un año de la reinauguración del histórico parque Lezama tras largos meses de obras para su restauración, el vandalismo vuelve a jaquear cotidianamente distintos objetos del espacio verde, mientras los vecinos denuncian que falta mantenimiento y un adecuado sistema de riego del césped. En las últimas semanas, sufrieron daños el templete y la Diana Fugitiva que alberga también las esculturas de Rómulo y Remo, y el patio de juegos infantiles.
La escultura de la Diana Fugitiva o Siringa, emplazada dentro de la construcción en estilo grecorromano, también lucía descuidada. Ayer, todavía tenía rastros de la pintura colorada que la cubrió casi en su totalidad días atrás. Apenas los vecinos detectaron esa anomalía, lo comunicaron a las autoridades del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, que realizaron un operativo de limpieza con hidrolavadoras, según confirmaron. Las columnas permanecen descascaradas y escritas.
No fue la primera vez que ocurrió. Hace un año, mientras avanzaba la puesta en valor del parque, fueron robadas las estatuas de Rómulo y Remo. Su restitución costó unos $ 100.000 y reabrió el debate, nunca saldado y nuevamente sobre el tapete, sobre el enrejado perimetral del Lezama.
La limpieza de grafitis y el reemplazo de cartelería, cestos y mobiliario dañados por el vandalismo en los parques públicos le cuesta a la Ciudad entre $ 5 y $ 7 millones por mes, indicaron fuentes de Ambiente y Espacio Público. Aclararon que, en el caso particular del espacio verde de San Telmo, «como tiene más mantenimiento que otros lugares, se invierten en él $ 430.000 mensuales»
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