Pasar por la esquina de Córdoba y Libertad y ver la fachada del edificio del Teatro Nacional Cervantes cubierta de andamios ya es moneda corriente desde hace 8 años.
Este ícono porteño, el segundo en importancia detrás del Colón, luce desde mayo de 2007 tapado por las estructuras que se colocaron tras un desprendimiento de mampostería y todavía es una incógnita cuándo serán quitadas para poner en marcha la restauración.
Los caños metálicos no sólo muestran al establecimiento con una imagen deteriorada, sino que la disposición también entorpece el paso de los peatones e interfiere en una parada de colectivos, la del 26, que nunca fue corrida.
El Cervantes depende del Ministerio de Cultura de la Nación y, a través de un pedido de informes, el director del Teatro, Rubens Correa, reconoció que el retiro de los andamios y el inicio de las obras no tienen fecha ni plazo. “El año pasado, a través del Ministerio de Planificación Federal, se realizó un llamado a licitación. Pero el resultado fue negativo, ya que hubo un único oferente y por un monto que superaba con creces el presupuesto disponible”, contó Correa.
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