
Mañana, la inmensa jaula de 18 hectáreas que varias generaciones conocimos como Zoo de Buenos Aires, y que durante 141 años fue visitada por millones de familias en el riñón de Palermo, empieza a abrirse para siempre. Y aunque no todos los animales que residen en ella hace décadas podrán dejarla atrás, los que queden van a modificar sustancialmente su calidad de vida y su obsoleta condición de «piezas de exhibición». A partir del viernes, el zoológico cerrará por dos años, mientras se realiza la primera parte de la obra para reconvertirlo en Ecoparque.
A un año y medio de sancionada la ley que revocó la concesión del predio a privados, el complejo con acceso sobre Santa Fe y Sarmiento cuelga el cartel de inicio de obra y encara una transformación integral que consta de tres etapas. El plan apunta a inaugurar la primera en septiembre de 2019.
«En estos 24 meses va a haber dos tipos de trabajos: las obras de bienestar animal, que se van a hacer sobre recintos existentes, y las de transformación, que se van a enfocar principalmente en las puntas del parque, sobre Plaza Italia y Libertador», resume Manuel Pascal, jefe de Gabinete de la Subsecretaría de Ecoparque, dependiente del Ministerio de Modernización porteño. Durante estos dos años, el acceso al público general estará restringido.
«La propuesta que había para el visitante no era la más atractiva. Hoy hay una entrada y creemos que la gente se vería defraudada si la paga y visita el parque cuando hay mucho movimiento de obras. Además, queremos tener todos los equipos enfocados en la cuestión animal», explica Pascal.
Es que imaginarse una grúa o un taladro entre jirafas, camellos, osos hormigueros y felinos ya es de por sí una imagen sensible. Sumarle a eso la presencia de niños y adultos resulta casi imposible. Por ello, durante este primer tramo de reconversión, los recursos humanos que se destinaban a las visitas, y que se conocen como guardianes de parque, ahora pasarán a ser guardianes de obra, velando por el bienestar de los ejemplares que allí residen y controlando que no presenten cambios en su comportamiento durante la labor de las máquinas.
«En términos concretos, todos los pliegos de la obra tienen un anexo de bienestar animal -detalla Pascal-. Un equipo técnico define el plan de trabajo: tiempo de descanso, maquinarias permitidas y prohibidas, restricción de ruidos -se han sacado las alarmas para marcha atrás de los camiones-. Hay todo un protocolo para las obras en recinto, mientras que las de transformación están pensadas en zonas donde no hay animales».
Dentro de esta primera etapa, también se contemplan los trabajos de infraestructura para el cuidado animal, como el hospital veterinario, la sala para necropsias, el comedor y la sala de nutrición animal, junto con la biblioteca. Los extremos del parque pasarán a ser de acceso libre y gratuito, y en ellos quedarán plasmados la estética, el concepto y los contenidos de lo que va a ser el futuro Ecoparque.
Mezcla de sustentabilidad arquitectónica y legado histórico, el futuro complejo va a conservar los 52 edificios nombrados Patrimonio Histórico con los que cuenta, y que serán puestos en valor a medida que avance el Masterplan.
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