
Tres peones que hacían las veces de cuidadores en el acuario del Zoo de Buenos Aires fueron despedidos ayer por la empresa concesionaria Jardín Zoológico S.A. El argumento de las autoridades es que la suspensión de los espectáculos (prohibidos hace años por la legislación porteña, pero interrumpidos después de la muerte de dos lobos marinos en las últimas vacaciones de invierno) restaron tareas al personal del área.
De ese modo, el acuario -integrado por doce lobos marinos, cuatro pingüinos y cientos de peces- tiene en este momento un único cuidador a cargo. «Quedan los bichos casi solos», dice alguien desde el departamento de veterinaria. El conflicto se suma al deterioro que viene sufriendo el zoo porteño.
Estos despidos se suman a otros dos concretados el sábado pasado, cuando la empresa prescindió de los servicios de dos empleadas del patio de comidas, ambas pertenecientes al gremio de pasteleros. Una de las afectadas, Indira Guido, es una reconocida activista de la asamblea y había perdido por un voto la posibilidad de ser delegada de su sector. Por eso los trabajadores del Zoo denuncian persecución gremial y vinculan esta medida con una que la concesionaria tomó hace un par de semanas, cuando les descontó a los empleados los días de paro.
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